La práctica es en cierta forma un esfuerzo, pues hay que levantarse de la cama y sentarse en meditación, cuando la intención natural de nuestra mente nos lleva rápidamente a tomar el desayuno, a leer el periódico o cualquier costumbre que tan arraigada llevamos en nuestro diario vivir. Pero la incorporación de la meditación y hacerla costumbre, tanto como el lavarnos los dientes, no transforma ese acto en un disfrute sino en ALGO QUE NO PODREMOS EVITAR CUANDO LA INCORPOREMOS.
Del mismo modo, a la noche, la importancia de predisponer nuestra mente conduciéndola al sueño, en un estado de serenidad y conexión, provocará un mejor descanso y reparación de nuestro cuerpo a favor de la salud. Estudios científicos demuestran que la rutina de la meditación rejuvenece las células.