No es complicado aprender a meditar.
No se requiere ninguna fórmula, ningún lugar especial, ningún ritual, y cuando nos reconocemos inquietos mentalmente, acelerados o que carecemos de voluntad, y ello nos sirve para decir “eso no es para mí”, debemos saber que son todos justificativos de nuestra mente mono (saltarina), escondiendo que detrás de ella, de esa mente parlanchina, nuestro ser tiene una serenidad, paz y claridad natural.
La mente se resiste hasta que comenzamos a dominarla y a bajar los ritmos de aceleración.
Nos damos cuenta que la meditación es para todo el mundo, y que solo requiere entrenamiento.
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